sábado, 10 de noviembre de 2007

Dios: el orbe central del Universo, su esencia y fin último

Pruebas de la existencia de DIOS:
Entre las pruebas de la existencia de Dios se encuentra el hecho de que el hombre no se creó así mismo. Al contrario, su creador y diseñador es otro y no él mismo.

El mundo contingente es fuente de imperfecciones; Dios, en cambio, es la fuente de las perfecciones. Las imperfecciones del mundo contingente constituyen en sí mismas una prueba de las perfecciones de Dios.

En el mundo contingente hay ignorancia, necesariamente ha de haber conocimiento, pues si no existiera el conocimiento tampoco podría existir la ignorancia. La ignorancia es la inexistencia del conocimiento. Si no hubiera existencia la inexistencia no podría comprenderse.

No cabe duda de que el mundo contingente está sometido en su totalidad a una ley y dominio a los que jamás puede desobedecer. Incluso el hombre también está obligado a someterse a la muerte, al sueño y a otras condiciones. Es decir, en ciertos respectos, el hombre está gobernado. Tal condición de gobernado implica necesariamente la existencia de un gobernante. Puesto que la dependencia es un rasgo de los seres contingentes, y esta condición de dependencia es una necesidad esencial, por fuerza debe existir un ser independiente cuya independencia sea esencial.

Del mismo modo se comprende que donde haya enfermos haya también personas sanas. De no haber salud la enfermedad de los primeros no podría comprobarse.

Por esta razón, se hace evidente que existe un Todopoderoso Eterno, quien es poseedor de todas las perfecciones, pues, de no poseerlas, sería igual a su creación.

Ocurre lo mismo en toda la extensión del mundo de la existencia: la más pequeña de las cosas creadas prueba la existencia de un creador. ¿Es posible entonces que este universo vasto e infinito se haya creado a sí mismo y haya alcanzado la existencia por obra de la materia y de los elementos? ! Cuán errónea es tal suposición!

(Abdu'l-Baha, Contestación a unas preguntas)

El conocimiento que el hombre tiene de DIOS:
Sabe que existen dos clases de conocimiento: el conocimiento de la esencia de una cosa, y el conocimiento de sus cualidades. En realidad, la esencia de un ser se conoce por sus cualidades; por lo demás, permanece desconocida y oculta.

Puesto que nuestro conocimiento de las cosas, incluso de las cosas creadas y limitadas, es un conocimiento de las cualidades y no de la esencia ¿cómo es posible comprender la esencia de la Realidad Divina, que es ilimitada? Porque la esencia íntima de algo no puede ser comprendida, tan sólo sus cualidades lo son. Por ejemplo, si bien ignoramos cuál sea la esencia del sol, empero, conocemos de éste cualidades como el calor y la luz. Análogamente, la esencia íntima del hombre no es evidente ni conocida; pero al hombre se le puede llegar a caracterizar y conocer por sus cualidades. De este modo todas las cosas nos son conocidas no por su esencia, sino por sus cualidades. Por más que la mente, al abarcar todas las cosas, adquiera conocimiento sobre las realidades exteriores, éstas no obstante permanecen ignoradas en lo que respecta a su esencia; tan sólo nos son conocidas en lo que respecta a sus cualidades.

¿Cómo es posible, entonces, que el Señor eterno y sempiterno sea conocido en Su esencia, santificado como está de toda comprensión y concepción? Siendo así que las cosas sólo son cognoscibles por sus cualidades y no por su esencia, resulta indudable que la Realidad Divina permanece asimismo desconocida en Su esencia, y que únicamente es conocida en cuanto a los atributos. Además ¿cómo se concibe que la realidad fenoménica aprehenda o abarque a la Realidad Preexistente? Pues la comprensión se obtiene al abarcar, para que haya comprensión debe existir antes abarcamiento, y solamente la Esencia de la Unidad lo abarca todo sin ser abarcada por nada.

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